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10.10.09

Jaikus

[Redactada hace tiempo, publico ahora esta entrada, ya que en dos blogs (1 y 2) que sigo habitualmente, se ha hablado, y comentado, recientemente acerca de los jaikus.]

Hay que pensárselo bien. ¿Acaso merece este mundo traidor que echemos a rodar nuevos jaikus, incluso si son rosas cortadas y no rosa viva, como es la poesía? ¿Y quién no ha perpetrado en algún momento de su vida un jaiku? ¿Acaso las palabras pesaban como plomo, o volaban como mariposas sin alas, o caían derrotadas como albatros? ¡Qué difícil es que la vida -vista con los ojos de todos los días- nos sorprenda, nos revele sus misterios, nos ilumine! ¡Y qué difícil, asimismo, poner en palabras, cuando llegue, si llega, esa iluminación!


Hay millones de jaikus. Ése no es el problema. Ni la calidad tampoco. El problema es nuestra manera de ver y no la manera de escribir. Seguramente nos falta inocencia y nos sobra presunción. Pero sin humildad en la mirada, difícil es que algo nos sorprenda. Pero ¿cómo negar a los pobres jaikus, o mejor dicho, a los jaikus pobres, su derecho a existir? Al fin y al cabo, son tan poca cosa que a nadie debieran ofender. Rosas vivas o rosas cortadas, ¿cómo condenarlos al olvido?


La dificultad del jaiku estriba, a mi parecer, en que si no brota de una emoción y de una sorpresa, ¿cómo va a emocionar?, ¿cómo va a sorprender? Y ciertamente hay jaikus que le deben más a la gelidez mental que a la sorpresa emocionada. Confiemos en que el jaiku no acabe convertido, si la poesía huye de él, en arte de notarios del verbo. Porque la poesía, como los peces, desdeña el anzuelo vacío. Quizá un jaiku debiera ser un telegrama poético -no un aforismo, no un pensamiento, no una máxima, no una greguería, no un dicho...-, un telegrama poético que dé cuenta de aquello que, por banal que sea, sorprende a nuestro espíritu, que en verdad lo sorprende. Para eludir la mecánica artesanía, un jaiku debiera ser la esencia de lo sentido y no la destilación de lo pensado. 

2 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Estoy de acuerdo con lo que dices, sobre todo con el último párrafo: "un jaiku debiera ser la esencia de lo sentido y no la destilación de lo pensado". Existen muchos haikus en esta última línea. Lo que ocurre es que se pierde la esencia pero se mantiene la métrica. Habría que llamarles pseudohaikus o cualquier otro nombre. Es lo que yo hago con mis ridaikus. Ahora bien, si se trata de escribir un verdadero haiku en castellano, lo más parecido al original japonés, además del kigo, captación del instante y demás considero esencial mantener la estructura 5-7-5.

En cuanto a la grafía, tienes razón en que es más correcto jaiku. Una comentarista mía japonesa de padre argentino me ha confirmado que la pronunciación es parecida a nuestra "j". Pero pasa lo de siempre, el uso hace el lenguaje.

Saludos.

Luis Valdesueiro dijo...

Sin duda mi visión es parcial, influida tal vez por la concepción zen. Pero, no obstante, es evidente que las posiblidades son muchas, entre ellas los ridaukus, por supuesto. El humor, el buen humor, es urgente y siempre necesario.

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