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2.10.09

Apostilla sobre la traducción

Todo lo relativo a la traducción desprende, inevitablemente, un tufillo platónico. Refiere Borges, siguiendo a Porfirio, que Plotino se negaba a dejarse retratar con esta excusa: si soy la sombra de un arquetipo, mi retrato sería necesariamente sombra de una sombra. A la traducción le ocurre otro tanto: es la sombra de una obra. Bertrand Russell se burlaba con mucha gracia de la teoría platónica de las Ideas, y su burla nos ayuda a perfilar el tema. Venía a decir el filósofo inglés que, aunque la Idea de vaca era perfecta, inteligible, son las vacas degradadas, las vacas sensibles, las que nos dan filetes... Y, en consecuencia, seguiremos leyendo a muchos autores a los que en realidad no leemos... Pero, ¿cómo renunciar a los filetes de la vaca literaria, por imperfectos que sean? (Cambiando de tercio: ¿quién, que haya visto dobladas sus películas, sería capaz de reconocer la voz de Woody Allen? Y, sin embargo, tan acostumbrados estamos a la del actor que le dobla, que la propia voz de Allen nos parecería un fraude.) 

3 comentarios:

El lanzador de botellas dijo...

En el mundo de la Traducción hay líneas de pensamiento que afirman que la traducción no existe. Yo, como traductor que soy, no debería afirmar eso, aunque estoy de acuerdo en gran parte.

Por muy buena que sea una traducción, es inevitable la pérdida de una buena parte del mensaje no codificada. Por ejemplo, la palabra 'tea' en inglés tiene su traducción directa al español ('té'), pero los estímulos que producen en un lector inglés un elemento tan arraigado en su cultura como 'tea' no se reproducen en el lector español, para el que el té es algo poco relevante.

Luis Valdesueiro dijo...

A mi parecer, por imposible que sea (sobre todo en poesía), la traducción es inevitable. Sólo gracias a ella podemos acercarnos a una realidad lingüística que no es la nuestra. Pero lo cierto es que el traductor se convierte, para bien o para mal, en el "autor" de una una obra "nueva", que es copia del original.

francisco m. ortega dijo...

Ya se sabe aquello de traduttore, traditore, que dijeron los italianos.

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